Don Mario

No llegue a conocer a Don Mario. En casi un año de relación con su hija no lo pude conocer. Claro, creí que habría tiempo.

No sabía mucho como era él, pero lo que si sabía era lo mucho que lo amaba su hija, Carmen Gloria, y a mi con eso me bastó.

Sus nietos también lo amaban, así como mis sobrinos adoran a mis padres.

Dios no quiso que conociera a Don Mario, pero desde donde esté en estos momentos, quiero decirle que lamento mucho no haberlo hecho y que lo único que puedo prometerle es que haré todo lo que esté de mi parte para que su hija sea feliz, tan feliz como se que a usted le hubiera gustado que fuera.

Hasta siempre Don Mario.

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